En nuestra empresa de cerrajeros Mallorca KeyBalear llevamos más de 30 años dedicándonos a la cerrajería en toda la isla. Nacimos como un pequeño taller familiar en Palma y, con el esfuerzo constante, hemos crecido hasta convertirnos en un equipo profesional con servicio 24 horas y cobertura en cada rincón de Mallorca. Hoy atendemos desde simples aperturas de puertas hasta instalaciones de sistemas de seguridad avanzados, motorización de persianas o amaestramiento de llaves, siempre con la misma dedicación y compromiso.
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Más de 30 años de experiencia al servicio de nuestros clientes
A lo largo de los años hemos vivido cientos de situaciones que nos han enseñado no solo a ser mejores cerrajeros, sino también a valorar el lado humano de nuestro trabajo. Una de esas noches en las que el teléfono suena a horas intempestivas, llegamos a una vivienda donde la familia no podía entrar porque el perro había empujado la puerta y cerrado el pestillo desde dentro. Al abrirla con cuidado, el animal salió corriendo feliz a recibirnos como si también nos conociera de toda la vida. En otra ocasión, un turista en Alcúdia perdió las llaves del coche de alquiler en el mar mientras se bañaba. Tuvimos que abrir el vehículo en pleno aparcamiento entre risas, chanclas y arena, mientras los bañistas aplaudían como si se tratara de un espectáculo improvisado.
Somos una cerrajería con un largo recorrido
En Inca recordamos a un cliente que nos llamó preocupado porque había perdido el llavero haciendo paddle surf. Nos pidió cambiar todas las cerraduras y entre risas nos dijo que sus llaves estarían “descansando con los peces del Mediterráneo”. También está aquella señora mayor en Palma que nos llamó porque había dejado las llaves puestas por dentro. Cuando abrimos la puerta, nos recibió con tanto cariño que nos invitó a un café y nos dijo que no éramos cerrajeros, sino “ángeles con ganzúas”. Momentos como ese nos recuerdan por qué vale la pena estar disponibles día y noche.
Situaciones curiosas y divertidas en nuestro día a día
En Sóller nos encontramos con una cerradura atascada porque un niño pequeño había decidido rellenar el bombín con plastilina de colores. Tras desmontar y limpiar todo, el pequeño nos miró con cara de culpa y terminó entregándonos un dibujo como disculpa, que todavía guardamos en el taller como un recuerdo entrañable. Y cómo olvidar aquella caja fuerte en una casa antigua que nadie conseguía abrir. El propietario pensaba que guardaba documentos importantes, pero lo que encontramos fue una colección de cromos de fútbol de los años 80 perfectamente conservados. El cliente no pudo contener la risa y acabamos charlando sobre los jugadores de la época como si fuéramos viejos amigos.
Otra vez, en un piso del centro de Palma, un joven nos llamó desesperado porque no podía abrir la puerta de su dormitorio. Al llegar nos encontramos con que el problema no era la cerradura, sino que su gato se había tumbado contra la puerta bloqueándola desde dentro. Bastó un pequeño empujón para que el felino se apartara, pero el cliente insistió en que revisáramos toda la cerradura “por si acaso”.
Lo que hemos aprendido tras cientos de intervenciones
Una noche en Magaluf en la que un grupo de amigos nos llamó porque habían perdido las llaves del apartamento durante una fiesta. Cuando llegamos, todos estaban sentados en el pasillo cantando para pasar el rato. Abrimos la puerta en pocos minutos y la ovación fue tal que parecíamos los protagonistas del concierto.
En un hotel de Cala Millor, un huésped bloqueó la caja fuerte de la habitación al introducir mal el código repetidamente. Lo curioso fue que dentro no había dinero ni pasaportes, sino un bocadillo envuelto en papel de aluminio que no quería que su compañero de viaje le robara. La risa fue general cuando lo abrió delante de nosotros.
Otra vez, en Santa María, nos llamaron porque un señor mayor no podía abrir la cerradura del garaje. Al inspeccionarla, descubrimos que el motivo era que había intentado forzar la cerradura con una cuchara de cocina, convencido de que era la llave correcta.
En una comunidad de vecinos de Palma nos encontramos con un ascensor bloqueado porque un niño había metido las llaves dentro del hueco del pulsador. El susto fue grande, pero tras liberar el mecanismo todos respiraron tranquilos, y el niño terminó confesando entre lágrimas y risas que quería “guardar las llaves en un sitio secreto”.
En Pollença vivimos una situación surrealista cuando nos llamaron para abrir un trastero. El propietario llevaba años sin entrar y pensaba que dentro guardaba herramientas antiguas. Al abrirlo encontramos decenas de juguetes de los años 70 y 80 perfectamente embalados, un auténtico museo improvisado.
La confianza de nuestros clientes, nuestra mayor garantía
En un restaurante de Palma, el encargado nos pidió ayuda porque no podían abrir la puerta de la despensa. Tras varios intentos, descubrimos que la cerradura estaba perfectamente, pero un saco de patatas se había deslizado bloqueando la puerta desde dentro.
En Andratx recibimos la llamada de una familia que no podía abrir la puerta principal de su casa. Tras revisarla, vimos que todo funcionaba, pero alguien había dejado las llaves puestas por dentro. Cuando entramos, nos encontramos al abuelo durmiendo plácidamente en el sofá sin enterarse de que todos estaban atrapados fuera.
En un pequeño comercio del centro de Palma, la persiana metálica quedó atascada justo antes de abrir. Lo divertido fue que la dueña, desesperada, nos dijo que si no lo resolvíamos rápido, tendría que atender a los clientes por la ventanilla del escaparate. En menos de media hora la persiana funcionaba y los primeros clientes entraban entre aplausos.
En Marratxí, un chico joven nos llamó porque se había quedado encerrado en su coche en pleno verano: la cerradura estaba rota y no podía salir. Lo rescatamos en pocos minutos, pero nos dijo entre bromas que fue como “vivir una escena de película de acción” aunque en realidad estaba más preocupado por derretirse de calor.
Y no podemos olvidar la ocasión en que nos llamaron desde una boda en un hotel de lujo en Palma porque el novio había dejado las alianzas dentro de la caja fuerte de la suite y nadie podía abrirla. Tuvimos que intervenir con discreción absoluta para no arruinar el evento. Cuando logramos abrirla y el novio recuperó los anillos, nos agradeció tanto que nos invitó a quedarnos al banquete.
En Mallorca KeyBalear hemos visto de todo: llaves caídas en alcantarillas que terminamos rescatando con imanes, cerraduras bloqueadas por juguetes, puertas atrancadas por corrientes de aire y hasta emergencias en hoteles donde los huéspedes nos observaban trabajar como si fuese parte del espectáculo vacacional. Cada anécdota forma parte de nuestra historia y refleja que nuestro trabajo va mucho más allá de abrir puertas: devolvemos la tranquilidad a nuestros clientes en los momentos más inesperados.
Hoy, con la experiencia que nos avala, seguimos trabajando con la misma ilusión que el primer día. Porque detrás de cada servicio hay una persona, una familia o una empresa que necesita recuperar la normalidad, y en eso ponemos toda nuestra profesionalidad. En Mallorca KeyBalear no solo reparamos cerraduras: abrimos confianza, seguridad y una sonrisa en quienes nos llaman, sabiendo que siempre estamos allí cuando más se nos necesita.